sábado, 25 de julio de 2015

Pre-mortem

El miedo tiene su propia lógica


Es curioso lo que se pasa por la cabeza cuando eres padre y crees que vas a morir. ¿O tal vez solo me ocurrió a mí?

Llevábamos una hora de vuelo tranquila. Para mí, volar era como ir en autobús. Me puse los auriculares y comencé a ver una película. Me dormí enseguida.

Un grito me arrancó del sueño como un pescador a un pez del agua. No tardé en darme cuenta que me faltaba el aire, y la razón. La inclinación del avión era casi vertical; gracias a que se me olvidó desabrocharme el cinturón, no me deslicé hacia abajo. Pero no me preocupé por mí; lo hice por mi hijo.

No lo pensé, me giré y le puse a él primero la mascarilla de oxígeno. Luego lo abracé, aferré la mía como pude y la sostuve sobrepuesta en mi cara. Cerré los ojos y me desmayé con una imagen horrible en mi cerebro cuyo protagonista era mi hijo.

Nada más despertar en el hospital, pregunté por él. Mi mujer me dijo que estaba con mis padres y que no sabía nada de lo sucedido.

Entonces recordé que el viaje era por trabajo, y que a mi lado no se había sentado nadie.  


viernes, 17 de julio de 2015

Daniel el curioso

La curiosidad de un niño...


A cada vuelta del tambor de la lavadora, un sonido sordo retumbaba en el interior.

Había visto muchas veces girar un revoltijo de ropa empapada. Había permanecido ahí, frente al cristal redondo, contemplando hipnotizado lo que sucedía en su interior, hasta que el indicador naranja se encendía y su madre iba a recoger la ropa para tenderla. Pero nunca había visto eso que observaba con fascinación ahora. ¿Qué sucedería? Se había preguntado. Tenía una curiosidad insoportable.

Tanto tiempo viendo a su madre poner la lavadora, había hecho que él aprendiera a hacerlo, así que había llegado el día de empezar su investigación, y ¡no veas cómo molaba! ¡Era súper divertido! La sonrisa no había quien se la quitara de los labios; ni siquiera su madre, cuando se enterara. A sus seis años de edad, Dani pensaba que no había nada mejor que ver ahí dentro a un…

—¡Daniel, hijo, ¿has visto a Bigotitos?!